Los avances tecnológicos en detección, anticipación y prevención de enfermedades están imponiéndose por la fuerte inversión y una conciencia global a costa de experiencias como la actual pandemia del SARS-CoV-2.
La inversión en 2018 superó los 14 billones de dólares y se centró en proveer de recursos a Start-ups que apuestan por la health-tech, o tecnología aplicada a la salud.
Nuevo paradigma sanitario
El nuevo paradigma sanitario nos obliga a dar mucha más importancia a la detección, anticipación y prevención de enfermedades que al propio tratamiento.
Es por eso que, el papel de la inteligencia artificial (AI) está siendo fundamental para ayudar a democratizar el acceso a la salud y para hacerla más distributiva y anticipatoria.
Durante las dos primeras décadas del siglo XXI hemos comprobado una serie de datos desgarradores. Mueren más personas por enfermedades crónicas que por cualquier otra patología.
El 70% de esas enfermedades están directamente relacionadas con la falta de ejercicio y un estilo de vida sedentario, que se hace evidente en edades muy tempranas.
Otro de los factores: la mala alimentación y el consumo elevado de bebidas alcohólicas. Hábitos que propician una pronta afectación de enfermedades cardiovasculares y hepáticas.
Por otro lado, el uso excesivo de pantallas, está provocando que tanto en niños como en adultos la gestión del sueño sea muy deficiente produciendo alteraciones metabólicas que aceleran la aparición de determinadas enfermedades.
Por último, encontramos el tabaquismo, causa principal de cánceres y otras enfermedades que, junto a los anteriores factores citados, conlleva un impacto económico global demasiado elevado, entorno a los 5 trillones de dólares.
La falta de tecnología preventiva y de protocolos de detección de enfermedades han llevado al sistema de salud al borde del colapso en los últimos años.
En el campo de la prevención del riesgo cardiovascular, por ejemplo, existe una contradicción entre los datos obtenidos con el estudio Framingham, el principal evaluador del riesgo de cardiopatías en núcleos poblacionales, y la alta tasa de mortalidad por cardiopatía isquémica.
En España, por ejemplo, las elevadas puntuaciones obtenidas de las ecuaciones del RCV, contradijeron esto mismo.
Prevención y anticipación son primordiales para reducir el coste económico en los sistemas sanitarios y para aumentar el porcentaje de éxito en la recuperación de los pacientes.
Normalmente se utilizan dos herramientas distintas para este cometido, el REGICOR y el SCORE. Estos modelos predictivos tienen en cuenta valores como la edad, patologías previas y hábitos, para determinar una valoración aproximada del riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular.
Apostar por tecnología aplicada a la Salut puede ofrecernos una visión más realista del riesgo de cada paciente.