¿Es lo mismo estar nervioso que padecer ansiedad?
FALSO
El nerviosismo se asocia a algo que está vinculado con hechos más concretos con los que tenemos que lidiar en nuestro día a día, dar un discurso en público, tener a una entrevista de trabajo o prepararnos para un examen/exposición importante. Es decir, el nerviosismo es una reacción ante una situación que percibimos como atemorizante.
La ansiedad, en cambio, es un estado irracional que la persona experimenta, pero a menudo no es capaz de precisar que le preocupa o le atemoriza. Muchos pacientes vienen a la consulta y te dicen: “no sé que me pasa, pero tengo la sensación de que me voy a estallar el pecho” -por el malestar que les genera-, y cuando les preguntas por qué o qué les hace sentir eso, no saben decirte el motivo por el cual se sienten así, solo que lo están pasando realmente mal.
Eso es porqué la ansiedad es muy intensa, puede provocar síntomas tan agudos que algunas personas incluso los confunden con un infarto ya que experimentan una sensación de opresión en el pecho, náuseas, palpitaciones y mareos (que sería lo que nosotros denominamos cuadro de ansiedad o ataque de pánico).
En cambio, cuando se trata de nerviosismo, tal vez tu te encuentras haciendo una exposición y sientes como se te acelera el pulso, te pones roj@, te sube la temperatura corporal o empiezas a sudar, pero cuando acabas la presentación o ves que está saliendo bien, vuelves rápidamente a tu estado normal. La ansiedad en cambio es un estado más permanente, que incluso puede persistir durante años si la persona no busca ayuda especializada. No desaparece por completo, es como si se quedara “flotando” en tu vida.
¿Cómo podemos controlar el nerviosismo?
- Practicando Mindfulness, técnicas de relajación o respiraciones -muscular o diafragmáticas–
- Dar un paseo por la naturaleza.
- Practicar un deporte de forma regular.
- Cuestionando tus propios pensamientos.
¿Cómo saber si padezco de ansiedad?
- Si sientes que pierdes el control de tus emociones.
- Si no eres capaz de analizar tus situaciones cotidianas.
- Si intentas combatir tus pensamientos catastrofistas/obsesiones o preocupaciones, pero aún así vuelven continuamente.
- Si has perdido mucho peso últimamente (se ha alterado tu ingesta de alimentos).
- Si tienes problemas para conciliar el sueño o no tienes un buen descanso reparador.
- Si te sientes al límite y pierdes el control reaccionando de forma exagerada.
- Si experimentas síntomas como: dolor de cabeza, respiración acelerada, opresión en el pecho, dolor de barriga, etc.