PROBLEMAS QUE REPRESENTA LA ANQUILOGLOSIA
El frenillo lingual corto
La anquiloglosia puede perjudicar tanto a la madre como al bebé.
Para la madre, el mayor inconveniente de dar de mamar a un niño con frenillo corto es el dolor y las grietas por la fricción y por la excesiva presión intraoral negativa a la que se ve sometido el pezón, infecciones bacterianas causadas por un mal drenaje de los conductos y favorecidas por la presencia de las grietas, isquemias por la compresión del pezón contra el paladar.
Todo lo anterior hace que la experiencia de dar el pecho resulte dolorosa y desagradable. Mastitis por las heridas causadas y el mal drenaje de la glándula; siendo esta una de las principales causas de abandono temprano de la lactancia materna.

Además, las tomas pueden ser interminables, ya que los bebés con anquiloglosia no sueltan el pecho por sí mismos y suelen mostrarse llorosos e irritables. La madre se siente cansada y frustrada, lo que puede conducir al abandono precoz de la lactancia, incluso por parte de madres muy motivadas.
En otras ocasiones, la succión no es dolorosa pero si inefectiva. Para la madre esto resulta desconcertante, ya que el niño mama aparentemente bien pero se muestra muy demandante y no gana suficiente peso. Estas madres pueden llegar a pensar que su leche no es buena o que no son capaces de producir suficiente cantidad, cuando en realidad el problema es otro.
Para los bebés, las consecuencias de un frenillo corto pueden variar mucho, y aunque a corto plazo pueden afectar negativamente a la lactancia, a medio y largo plazo causan también otros trastornos.
Hay niños con anquiloglosia qué no aumentan de peso debido a la succión ineficaz, que se traduce en una escasa producción de leche. Otros aumentan con normalidad o de manera espectacular.
La glándula mamaria actúa a menudo de forma compensatoria. Ante un bebé que mama de forma ineficaz o caótica, puede reaccionar fabricando mucha leche y dando lugar a una producción excesiva (hipergalactia). Cuando esto ocurre, los bebés toman mucha leche de inicio, más rica en lactosa, lo que la hace difícil de digerir y puede dar lugar a deposiciones verdes, malolientes y explosivas, muy diferentes de las deposiciones típicas del lactante amamantado, que son de color mostaza y con un olor dulzón que recuerda al del yogur.
Este exceso de lactosa también los hace más propensos a sufrir regurgitación, puesto que deben tomar más volumen de leche para obtener las mismas calorías que recibirían si mamaran de forma eficaz, y molestias intestinales (gases, cólicos).
Al nacer, todos los bebés tienen el paladar alto y cerrado, pero a medida que la lengua se mueve eficazmente en la cavidad oral, éste se va abriendo y descendiendo. Si la lengua no tiene capacidad de elevación debido a un frenillo corto, este cambio no se produce, lo que afecta a toda la estructura maxilofacial.
Al quedar el paladar más elevado, las coanas (aberturas posteriores de las fosas nasales) ven reducido su diámetro, lo que hace que los bebés con frenillo corto respiren más por la boca que por la nariz, duerman con la boca abierta y ronquen durante el sueño. Los problemas respiratorios se deben a la entrada de aire a los pulmones directamente por la boca. Ese aire no es filtrado por las fosas nasales, lo que facilita la entrada de partículas dañinas. Y es más frío, lo que les predispone a sufrir bronquitis y neumonías. También son propensos a sufrir otitis, debido a un mal drenaje de la trompa de Eustaquio. Asimismo, hay estudios que relacionan la anquiloglosia con una mayor incidencia de las apneas del sueño.
A MEDIANO Y LARGO PLAZO:
La maloclusión dental es otro problema derivado de la anquiloglosia y se manifiesta cuando empiezan a salir los dientes. Éstos pueden nacer desplazados o encabalgarse, lo que unido a la deformación del paladar puede requerir costosas intervenciones odontológicas.
Cuando los niños con anquiloglosia crecen, surgen problemas logopédicos (dislalias o trastornos de articulación fonética) en la pronunciación de las consonantes /r/, /rr/, /l/, /t/, /d/, /n/, /s/ y /z/.
Por último, la anquiloglosia es responsable asimismo de problemas de tipo social que no por leves dejan de afectar la calidad de vida de quien los sufre: las personas con frenillo corto no pueden hacer cosas tan sencillas como lamer un helado o besar con la lengua.
Resaltando todo lo anteriormente expuesto, la anquiloglosia no solo afecta el proceso de alimentación los primeros dias, que es ya de por si importante, sino que tiene muchas e importantes implicaciones posteriores.
El enfoque del doctor Dr. Cuellar en el manejo de la anquiloglosia
La Dr. Cuellar
Médico especialista en Anquiloglosia

El Dr. Héctor Cuéllar es médico pediatra con una sólida trayectoria de más de 22 años dedicados al cuidado de la salud infantil. Especializado en Neonatología y Cardiología Pediátrica, ha acompañado a cientos de familias en el seguimiento integral de sus hijos desde el nacimiento hasta la adolescencia.
Firme defensor de la prevención como base de la práctica médica, el Dr. Cuéllar centra su enfoque en el seguimiento personalizado del desarrollo infantil, con especial atención a la puericultura y la detección precoz de patologías. Su experiencia clínica se combina con una gran capacidad de comunicación y empatía, lo que le permite generar un entorno de confianza con los padres y cuidadores, resolviendo dudas y acompañando cada etapa del crecimiento con sensibilidad y rigor profesional.